miércoles, mayo 02, 2012

Cómo filmar una revolución

En 1950 Ayn Rand decía:
Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.

Hemos llegado a un momento histórico en el que los poderosos, no solo aquí sino en la mayoría de países, legislan en contra de la ciudadanía. Estamos en un tiempo en el que se premia o perdona la corrupción y se castiga duramente a aquellos que luchan contra ella (El juez Garzón es un caso emblemático). Hoy, conceptos como "Honestidad", "Libertad", "Verdad" o "Razón", han pasado a ser simples palabras si sentido utilizadas únicamente en campañas electorales para engañar las mentes de los simples.
Un tiempo, en fin, en el que nuestros políticos promueven un estado policial, al estilo del que creó Hitler y gestionó Himmler, intentando inculcar un miedo generado por ellos mismos para manipular a las masas.

Debemos evitarlo, es nuestro deber defendernos. Y debemos hacerlo, pero de una manera pacífica, evitando la violencia y usando la violencia del sistema en nuestro beneficio. 
Una de las formas que tenemos de conseguirlo es grabando todo lo que suceda a nuestro  alrededor y que pueda servir para que miles de ciudadanos, todavía ciegos, puedan volver a ver. 
Debemos utilizar sus mismas armas y desenmaracarar a todos los infiltrados revienta-manifestaciones con los que nos obsequia un Poder que empieza a temernos.

Pues ahí va éste video. 
Una pequeña lección de "Cómo filmar una revolución".
Recordad que ésta, junto con nuestras voces y nuestro número son las únicas armas de las que disponemos y que, bien utilizadas, han de llegar a ser suficientes.

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